"...Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino que ha sido preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; 36 estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí." 37 Entonces los justos le responderán diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y fuimos a ti?" 40 Y respondiendo el Rey les dirá: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Mateo 25:36
Cuando pienses en tu prójimo
piensa que es tu hermano, tu amigo,
tu padre, tu madre, tu hijo
tu compañero de trabajo, tu vecino,
y también aquel que cayó en desgracia,
aquel que tiene mala fama,
joven o viejo, rico o pobre,
hasta el más pecador será ese tu prójimo,
al que le guardas viejos rencores,
sobre todo ese es el más cercano;
porque en todos y en cada uno
así como en ti el Señor Jesús vive.
Cuando ayudes a un anciano a cruzar la calle,
cuando visites en la cárcel a tu amigo,
cuando le des agua a un peregrino,
cuando quieras abrir tu corazón a alguien,
tu padre, tu madre, tu hijo
tu compañero de trabajo, tu vecino,
y también aquel que cayó en desgracia,
aquel que tiene mala fama,
joven o viejo, rico o pobre,
hasta el más pecador será ese tu prójimo,
al que le guardas viejos rencores,
sobre todo ese es el más cercano;
porque en todos y en cada uno
así como en ti el Señor Jesús vive.
Cuando ayudes a un anciano a cruzar la calle,
cuando visites en la cárcel a tu amigo,
cuando le des agua a un peregrino,
cuando quieras abrir tu corazón a alguien,
cuando puedas perdonar lo imperdonable
cuando des a quien más lo necesita
recuerda que ese bien o se mal que haces,
también se lo harás a tu Señor
que en su Palabra nos guía
y nos lleva al encuentro del amor,
del perdón y la reconciliación.
En este valle de lágrimas,
en este mundo que nos toca vivir hoy,
cuánta sed de amor tenemos,
de dar más que recibir,
en este mundo que solo sabe de guerras,
de venganzas, de odios y de indiferencias,
de niños muriendo de hambre,
de niños abusados,
de madres abortando a sus hijos,
de jovenes que se quitan la vida,
de presos hacinados en sus cárceles,
de secuestrados y torturados,
de mujeres maltratadas,
de los que no tienen trabajo,
de mendigos que vagan por las noches
sin tener donde cobijarse,
de tanto dolor que transita por las calles;
ellos son el prójimo, los elegidos del Señor
para que tú lo ames en sus corazones,
sedientos de amor.
Si pudiéramos cambiar algo este mundo
si más amor y piedad hubiera por el prójimo,
que alegre estuviera el Señor,
se parecería más esta tierra al Paraíso,
tratando de erradicar el mal,
de ser más justos y piadosos
y no pensar tanto en nosotros,
de darle abrigo al que muere de frío,
de darle un plato de comida al desvalido,
de mirar de vez en cuando hacia nuestro lado
y saber que no estamos solos,
que hay un ser que tiene menos que nosotros,
así reconociendo que antes de ser servidos
somos servidores de los demás
seremos más benditos y más generosos
cuando des a quien más lo necesita
recuerda que ese bien o se mal que haces,
también se lo harás a tu Señor
que en su Palabra nos guía
y nos lleva al encuentro del amor,
del perdón y la reconciliación.
En este valle de lágrimas,
en este mundo que nos toca vivir hoy,
cuánta sed de amor tenemos,
de dar más que recibir,
en este mundo que solo sabe de guerras,
de venganzas, de odios y de indiferencias,
de niños muriendo de hambre,
de niños abusados,
de madres abortando a sus hijos,
de jovenes que se quitan la vida,
de presos hacinados en sus cárceles,
de secuestrados y torturados,
de mujeres maltratadas,
de los que no tienen trabajo,
de mendigos que vagan por las noches
sin tener donde cobijarse,
de tanto dolor que transita por las calles;
ellos son el prójimo, los elegidos del Señor
para que tú lo ames en sus corazones,
sedientos de amor.
Si pudiéramos cambiar algo este mundo
si más amor y piedad hubiera por el prójimo,
que alegre estuviera el Señor,
se parecería más esta tierra al Paraíso,
tratando de erradicar el mal,
de ser más justos y piadosos
y no pensar tanto en nosotros,
de darle abrigo al que muere de frío,
de darle un plato de comida al desvalido,
de mirar de vez en cuando hacia nuestro lado
y saber que no estamos solos,
que hay un ser que tiene menos que nosotros,
así reconociendo que antes de ser servidos
somos servidores de los demás
seremos más benditos y más generosos
ante la mirada del Redentor.