domingo, 14 de octubre de 2007

EFFETÁ


"...Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo,
y le suplicaban que le impusiera las manos.
El lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos
y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo,
suspiró y le dijo: "¡Effetá!" (que quiere decir ¡"Abrete"!)
Al momento ses le abrieron los oìdos,
se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
El les mandó que no le dijeran a nadie..."Mc. 7, 31-37
Cuando el Señor nos llama
nos tapamos los oídos, los ojos y el corazón
nos cerramos para no oír su Voz
para no saber que El trae la Verdad,
nos negamos a la verdadera salvación,
porque nos obstinamos en ir adonde queremos
y a cambio del bien elegimos el mal,
sin querer ver que desde la Cruz
nos sigue con su mirada, nos abraza, nos consuela,
pero seguimos teniendo un corazón sordo,
unos ojos ciegos, una boca muda;
solo cuando nos sentimos solos o acorralados
cuando el dolor nos golpea,
cuando la noche oscurece de dudas el alma
cuando estamos en el fondo del abismo,
cuando la desesperación se cierne sobre nosotros,
se abren nuestros labios para decir ¡Señor!
Abrir nuestro corazón a Jesús es el despertar
a una nueva vida, es encontrar la paz,
es el reencuentro con nosotros mismos,
es aceptar la Fe que nos da a conocer
es dejarlo todo atrás... para seguirlo a El,
aún cuando la tentación no nos abandone
su Misericordia nos acompañará en el camino,
para darnos su mano cuando caigamos;
cuando el Señor nos diga "¡Effetá!"
será para limpiar nuestras miserias,
para lavar los pecados del alma,
para hacer la Luz en nuestra oscuridad
para hacer de nosotros hombre y mujer nuevos;
cuando Jesús llama a la puerta no podemos negarnos,
solo responder a su Amor con más amor,
dejarlo entrar para siempre en nuestro hogar
pidiéndole "Señor, que no seamos sordos a tu voz"

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